jueves, 16 de diciembre de 2010








Las estrellas están sufriendo una metamorfosis…

El vacío representa el temor a lo esporádico, los placeres de paisajes pasajeros que se derraman por la retina como lágrimas de San Lorenzo, dejándote en los ojos, el síndrome de abstinencia, la melancolía extrema a la espera de otra dosis.

Todo lo que alguna vez fue bello, está condenado mientras todavía lo es, hasta que desaparece…

Pintores, artistas que se estancan como planetas y orbitan sobre un mismo estilo.
Músicos que lloran impotencia, frustración en gotas negras de lo que parece alquitrán del corazón, pero que solo son la representación liquida de la muerte del vinilo.

Cuadros, obras de arte que en el momento en el que reciben su último retoque, el último detalle que las distingue del resto, se derriten, hasta que se desvanecen…

Nacimiento, crecimiento esplendoroso y crisis.
Todo tiene su lugar y su ausencia, su principio y su final, su némesis.

Toda la energía que malgastas cuando odias, se convertirá en amor atrapada por la atracción del vórtice, en la rueda de la fortuna.

Toda el agua salada de tus lagrimas, será arrastrada por corrientes misteriosas hacia playas fluviales lejanas, hasta campos de cultivo afectados por la sequia y por la hambruna.

Obligando a repetir esa combinación magnética, esa sinfonía estética bajo la luna estática, yo la letra y tú la música, yo la rima absurda y tú la prosa.

Nosotros solo hacemos el amor, con la materia prima resultante del dolor pasado que nos sobra…

Y la energía desatada, convierte las estrellas sobre la pradera oscura en que yacemos, en iridiscentes mariposas.